La calavera que nos mira desde el pasado
Hay libros que llegan en el momento exacto en que necesitamos que alguien nos recuerde que la historia no es un museo polvoriento sino un animal herido que aún respira. «La calavera del apóstol», la nueva novela de Jaume Clotet que aterriza en las librerías este 27 de agosto, es uno de esos libros que nos devuelven la conciencia de que el pasado no es pasado, sino presente disfrazado de arqueología.
Clotet, que ya nos había demostrado con anteriores trabajos que sabe manejar los hilos de la intriga histórica como quien teje una manta para protegerse del frío de la ignorancia, regresa ahora con una historia que comienza en Sant Pere de Rodes—ese monasterio que se alza como un centinela de piedra frente al mar—y que termina desentrañando conspiraciones que huelen a incienso y a pólvora a partes iguales.
La trama, que arranca con un robo que es más que un robo—porque los robos en los monasterios nunca son solo robos, sino heridas abiertas en el costado de la fe—, nos lleva de la mano del monje Bernat Balaguer y la mosso Berta Bosch por un camino que va de Cataluña a Jerusalén pasando por el Vaticano, como quien va siguiendo las estaciones de un vía crucis moderno donde cada parada desvela una verdad más incómoda que la anterior.
Hay algo profundamente español en esta obsesión por los misterios religiosos, por esa necesidad de hurgar en las heridas de la historia sagrada como quien escarba en una cicatriz que nunca terminó de cerrar bien. Clotet lo sabe, y por eso construye su thriller no como un simple entretenimiento, sino como una autopsia a corazón abierto de esa relación tan compleja que mantenemos con nuestro pasado cristiano, esa mezcla de amor y resentimiento que caracteriza a los países donde la fe y el poder han compartido lecho durante tantos siglos.
El autor catalán tiene la inteligencia de no caer en la trampa del anticlericalismo fácil ni en la del respeto reverencial. Su mirada es la del cirujano que corta sin odio pero sin temblor de pulso, consciente de que solo abriendo las heridas se puede llegar a la verdad que late debajo de la piel de las instituciones.
«La calavera del apóstol» llega en un momento en que necesitamos que alguien nos recuerde que la historia no es una sucesión de fechas y nombres sino un organismo vivo que sigue condicionando nuestros días, nuestras decisiones, nuestros miedos. Y lo hace con la elegancia de quien sabe que un buen thriller histórico no es aquel que nos entretiene durante unas horas, sino aquel que nos deja pensando durante días sobre la naturaleza del poder, la fragilidad de la fe y esa extraña capacidad que tienen los seres humanos para construir verdades sobre mentiras y mentiras sobre verdades.
En estos tiempos en que la realidad parece empeñada en superar a la ficción en capacidad de sorprendernos, libros como este nos devuelven la conciencia de que las mejores conspiraciones son las que llevan siglos tejiendo sus redes en la sombra, esperando a que alguien con la paciencia de un arqueólogo y la intuición de un detective las saque a la luz.
Clotet ha escrito una novela que es, al mismo tiempo, un homenaje a los que buscan la verdad y una advertencia sobre el precio que hay que pagar por encontrarla.